Mi Host-Parent, El Narcotraficante Australiano. Parte 3. EL GRAN FINALE.

¡Hola! Si estás aquí por primera vez, o si eres muy distraído, este es el GRAN FINAL de una saga de tres partes. Así que es MUY recomendable que leas las primeras 2 entregas antes de leer esta.

¿Dónde puedes leer dichas entregas? Oh, pues muy buena pregunta. Y gracias por preguntar. La primera entrega la encontrarás AQUI. Y la segunda ACUYÁ. No temas, abriran una nueva ventana sin cerrar esta. ¿Y la tercer y final entrega?, jeje, bueno pues estás en ella. Gracias por leer. Toodles!

Es tiempo. Después de muchas horas de espera. El EVENTO DEL AÑO ha llegado. Les presento, nada más y nada menos que…

Mi Host-Parent, El Narcotraficante Australiano. Parte 3. EL GRAN FINALE.

– 23 de Diciembre del 2009. 6:10 a.m. –

Estaba profundamente dormido y…

“GET UP! GET UP! GET UP!” Gritaron tres policías después de haber azotado mi puerta y entrar corriendo a mi cuarto con pistolas y todo el pedo. “¡No mames! Sorry! im up, im up!” dije mientras me ponía mis pants y salía de mi cuarto empujado por un policía. Me sentía Carmen Campuzano saliendo del Baby’O en los 90’s. Los otros dos policías se quedaron en mi cuarto revisando todo; mi escritorio, mi clóset, mi mochila, ¡las fotos de mi cámara! TODO.

¡PUM! Así entraron.

¡PUM! Así entraron.

Cuando salí del cuarto vi a todos mis compañeros de casa sentados en la sala. Tenían una cara entre pánico e incertidumbre. … Bueno sinceramente siempre tienen esta cara los chinos, ¡pero ahora más! Y ahí estaba Noel, nada más y nada menos que… ¡Llorando! “¡AJAJAJAJAJA! ¡Qué pendejo!” pensé. ¡Si yo hubiera sido un narcotraficante atrapado por la policía aplicaría la de Tony Montana y lucharía hasta la muerte! Bueno tal vez no. Pero estaría muy enojado, ¡no estaría llorando! ¡Viejo ridículo! ¡JA! Las migajas de mi pan tostado no parecen tan malas ahora, ¿¡verdad!?

Bueno, me senté frente a donde estaba Noel. No levantaba la mirada mientras respondía las preguntas que le hacían los policías. Resulta que APARTE del huerto de marihuana, tenía semillas de no-sé-que-madre-ilegal en su buró. ¡Jajá! Maldito malhechor. Y veía como, una por una, sus plantas de marihuana (que ya tenían la altura de un niño de 9 años promedio) desfilaban del jardín a la puerta de la entrada, eran etiquetadas y embolsadas en … pues en bolsas, básicamente, de evidencia. Y TODO estaba siendo documentado por un policía que traía una handycam, “¡GUAU! ¡Voy a salir en las noticias de la tele!” Pensé. Seguro saliendo de esta me ofrecen participar en un reality-show.

¡MA, prende la tele!

¡MA, prende la tele!

Uno de los policías (eran ocho en total) juntó los pasaportes de todos los que vivíamos ahí y comenzó a inspeccionarlos.”Ya valí madres.” pensé. El único mexicano en la casa, seguro me meten al bote nomás por mexicano. Estaba laborando en mi cabeza la estrategia de cómo iba a jugar mi race-card contra el policía cuando me acusara de narcomenudéo cuando recordé que en la casa también vivía un colombiano. ¡JAJAJA! ¡Ya me salvé! ¡Ya valió madre ese wey! Pero resulta que el policía sólo llamó a alguien para verificar que en verdad éramos estudiantes extranjeros. Porque aparentemente contratar a extranjeros de todo el mundo para ayudarte a cultivar 10 plantas de marihuana en tu patio trasero is a thing en Australia.

Así eras las de Noel.

Así eran las de Noel.

Después de que verificaron nuestros pasaportes, nos llevaron uno por uno al patio trasero. Cuando me tocó a mí descubrí que los policías habían improvisado un interrogation room con una mesa de plástico que había ahí. Me senté frente a ellos, prendieron su cámara y me comenzaron a interrogar.

“¿Sabía que había marihuana en el jardín trasero?”
“No.” Respondí.

“¿Fuma marihuana u otra sustancia ilegal?”
“¡NO! (puse mi mano sobre mi pecho)”

“¿Es usted Alberto Cas–“
“¡NO! ¡NO! ¡YA LES DIJE QUE NO SÉ NADA!”

Como vieron que estaba muy alterado, supusieron que mi ultra-exigente crianza cristiana me habría impedido cualquier actividad de esta calaña. Eso, sumado a mi visa y a todas las selfies que me tomé junto al menú del McDonalds y Hungry Jacks* que encontraron cuando revisaron mi cámara; demostraron que sí era, in fact, un estudiante extranjero. Y que yo sólo era una pobre víctima de este narco-entrepenour.

Cuando terminaron de interrogar a todos los de la casa. Esposaron a Noel (JAJA) y se lo llevaron. ¿A dónde? No lo sabía. Tal vez lo iban a llevar al outback y lo iban a enterrar vivo y llorando. Pero no podía permitir que el futuro de Noel obstruyera mi mente, pues tenía clases, y la educación es primero. Tal vez si Noel hubiera estudiado no hubiera tenido que vender drogas to make a living.

Así se llevaron a Noel. Boo-hoo, bitch!

Así se llevaron a Noel. Boo-hoo, bitch!

Cuando acabaron mis clases fui a la oficina de la directora y EXIGÍ que me cambiaran de casa. Puesto que vivir tan cerca de la droga y el delito no estaba en mi cultura, mentí. La ilusa directora me dijo que estaba bien. Que me iba a dar un pase por una semana gratis en la residencia de la escuela en lo que me buscaban otra casa. Y después de firmar unos papeles, me fui a mi soon-to-be ex-casa a empacar.

Llegué a la casa y para mi sorpresa ahí estaba Noel. Pero no era el mismo hombrecillo tacaño y enojado que conocía. Lo que vi fue una sombra de el hombre que alguna vez fue. Sus ojos estaban hinchados y rojos, y no precisamente por fumar marihuana. Le expliqué con lujo de detalle lo que iba a pasar a continuación y me dijo que estaba bien. Me fui a mi cuarto y rápidamente empecé a empacar todas mis cosas.

Cuando terminé de empacar saqué mis maletas a la entrada y regresé a despedirme de mis compañeros de casa. Los chinos se iban a quedar porque esos weyes ni sabían qué pedo. El colombiano se iba a esperar porque la semana siguiente ya acababa su curso y se regresaba a su país. El venezolano se iba a ir a vivir un rato con su novia brasileña que vivía en el centro en lo que conseguía un lugar para él. Y el francés (que era chino, y mi mejor amigo) se iba a ir a vivir con unos parientes suyos que vivían en la ciudad.

Adiós, adiós, compañeros.

Adiós, adiós, compañeros.

Al final, sólo quedaba una persona a quien despedir, a Noel. Me acerqué y le dije que que lástima (not) que las cosas hubieran resultado así y que muchas gracias por haberme recibido en su (narco-) vivienda. En eso, algo sorprendente pasó. Noel metió su mano a su bolsillo y sacó un billete de $100 dólares. ¡Mis $100 dólares que pensé nunca iba a recuperar! ¡Wow! Tal vez mi plan macabro había cambiado a el hombre. Me dio un abrazo y se despidió de mi.

Salí de la casa arrastrando mi maleta. Feliz y $100 dólares más rico. Y justo cuando iba a dar la vuelta en la esquina escuché “Albertou! y volteé. Era Noel. Venía corriendo hacía mí. “Fuck! Seguro algo le dijo que había sido yo el soplón. Aquí es donde muero. ¡En la banqueta de un pinche suburbio coreano!” pensé. Noel se tardó un poco en llegar a mí por su sobrepeso y porque venía en chanclitas. Cuando estaba a unos metros de mí pude ver que traía algo bajo su brazo. “Here, take it.” me dijo cuando llegó a mí. Me dio otro incómodo abrazo y vi el extraño objeto que me había traído: Una tarro enorme de miel de abeja.

Le agradecí a Winnie-Pooh y me despedí una última vez. Nunca más lo iba a volver a ver.

Eran las 8:30pm y el tren de la línea naranja de City Rail iba a 60km/hr rumbo a Roseville**. Y en el asiento de uno de los vagones iba un joven de cabello castaño sentado a lado de una maleta más grande que él. Este joven iba callado, con sus manos recargadas sobre su regazo y entrelazadas por los dedos. El joven iba con la mirada al frente y con una gran sonrisa. Su plan maestro había acabado con éxito.

Había terminado.

Había terminado.

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Epílogo

Pasé una semana viviendo en la residencia de EF. Ahí pasé el 24 de Diciembre y el 31 también. Compartí mi cuarto con un francés de 17 años fanático de la loción. Mi nariz tardó dos semanas en volver a captar olores después de haber salido de ahí. Fue muy divertido vivir ahí porque el baño era mixto y sólo había una tele que compartíamos entre todos. Ahí vi por primera vez How I Met Your Mother.

Al paso de una semana de vivir ahí me mudé a una nueva casa donde pasé los meses más divertidos de todo mi viaje a Australia. Incluso mi mejor amigo, el francés que era chino, también se mudó conmigo. El día que me mudé ahí fue, también, toda una travesía de proporciones épicas. Pero eso se los contaré en otra ocasión.

Un nuevo comienzo.

Un nuevo comienzo.

¿Qué fue de Noel? No lo sé. ¿Cambié al hombre o siguió cultivando marihuana? Tampoco sé. Ahora que ya pasó un tiempo de esa aventura puedo decirles que tal vez, si hubiera sido hoy, llamar a la policía no hubiera sido mi primera opción para vencer a Noel. Incluso, ahora que lo analizo, Noel no era tan malo como lo hago parecer cada que cuento esta historia. Sí, era un tacaño; y sí, estaba malhumorado la mayoría del tiempo. Pero me recibió en su casa, nos daba a todos de comer (incluso una vez que se le hizo tarde compró KFC), y también de vez en cuando compraba cervezas y nos las tomábamos en el mentado jardín trasero mientras compartíamos historias (excepto con los chinos, porque esos pendejos no tomaban ni se les entendía el inglés). Sólo era un viejito, que como todo viejito, tenía sus peculiaridades y sus manías. Y que tuvo la suerte de cruzarse conmigo en el clímax de mis años de adolescencia.

Un casual viaje en tren. Descansando de mis planes malévolos.

Un casual viaje en tren. Descansando de mis planes malévolos.

Vivir en esa casa fue muy interesante. Fue todo un aprendizaje. Y, como todo aprendizaje, tuvo sus momentos dulces y sus momentos amargos. Pero nunca faltó en darme buenos relatos que seguiré contando hasta que ya no me acuerde de ellos.

Si con mi historia hago parecer que irse a estudiar al extranjero es una tortura, MAL, no lo están entendiendo. Irse a vivir a un lugar donde no conoces a nadie es lo mejor que le puede pasar a un joven. Aprendes muchísimas cosas de la vida y conoces a muchísima gente diferente a ti. Y muchísimas anécdotas interesantes que puedes seguir y seguir contando años después de haberte ido (Yo me fui hace casi 5 años). Si, es muy difícil, es de las cosas más difíciles que he experimentado en mi corta vida. Sufres y gozas. Y, ahora que lo veo, ese sufrir se convierte en risa después de algún tiempo.

Aussie selfie!

Aussie selfie!

Y cuando ese año acaba y vuelves a tu país con la gente que conoces, los primeros días son muy raros. Justo como las primeras semanas en el extranjero. Donde no conoces ni el idioma. Se siente como si estuvieras regresando a un lugar nuevo y extraño para ti. Como si tu hogar se hubiera quedado en esa casa donde cultivaba Noel marihuana. Donde el chino se sonaba la nariz con los dedos. Y donde tuviste unas experiencias que, para bien o para mal, quizá no volverás a repetir.

¿Irte a un lugar donde no conoces a nadie? ¿Comer puro McDonalds y KFC? ¿Caminar kilómetros y kilómetros todos los días? ¿Compartir el cuarto con dos chinos? ¿Correr para que no se te vaya el pinche tren de las 7:10? ¿No entender a alguien que te está diciendo cosas en otro idioma muy rápido? ¿Lidiar con el pendejo de Noel por unas migajas?….

Volvería a hacerlo siempre.

The End

The End

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Muchas gracias por leer esta EPICA HISTORIA DE MAGNITUDES…pues… ÉPICAS. Ojalá te haya gustado y se la recomiendes a tu prim@ que está a punto de salir de la prepa y no sabe si quiere irse a estudiar un año al extranjero o un Beetle. Igual y le ayude a decidir. Y, hasta la próxima.

Disclaimer:

Soy tolerante y aprecio a todas las razas y culturas de la tierra. Sólo que los chinos siempre me la ponen bien difícil, jaja ;). Igualmente soy tolerante a los estilos de vida de la gente. Big reveal: No tuve una ultra-exigente crianza cristiana, tuve una muy abierta a cosas diferentes y a respetar. Y hablando directamente acerca de la marihuana u otras drogas similares: No me laten, pero no me ofenden. Yes? Ok, bye. Thank you.

*Hungry Jacks es una cadena de hamburguesas en Australia. Es Burger King, pero supongo que no se puede usar ese nombre en ex-colonia inglesa. Fun fact: El desodorante AXE ahí se llama LINX.

** Roseville es la estación de tren más cercana a la residencia EF.

¡BONUS PHOTO!

Así iba a terminar Noel. ¡Jijí! ¡Pillo MIL!

Así iba a terminar Noel. ¡Jijí! ¡Pillo MIL!

Por qué hay que cerrar puertas y ventanas al ver The Walking Dead…

Una fría noche del 2012 sucedió una tragedia, la cual será contada en presente:

Hace rato sucedió una tragedia. Los detalles son un poco confusos y no recuerdo bien la mitad del suceso debido al tremebundo TERROR que sufrí, pero intentaré muy arduo para contar la historia.

Eran cerca de las 2AM. Yo me encontraba tapado en mi cama y viendo un capítulo de The Walking Dead en plena obscuridad. Si bien el programa no da miedo si de repente te saca unas mentadas de madre, así que prestaba atención.

Estaba en el pinche clímax del capitulo. Una campesina estaba vaciando un saco lleno de pollos lisiados en un granero (Yo sé que eso no suena muy dramático pero tendrían que conocer el contexto de la campesina y sus pollos lisiados) y los pollos estaban reboloteando de TERROR. Cuando de repente una PINCHE PALOMILLA GIGANTE ME CAYÓ EN LA CABEZA.

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Di un salto de mi cama que le abriría los ojos a todo el equipo olímpico Chino y corrí reboloteando mis carnes a una esquina de mi cuarto, justo como los pollos lisiados de la televisión. Me sentía en pinche The Mothman Profecies, o Laura Dern en toda la mitad de Jurassic Park. Si no saben a lo que me refiero, aqui una foto:

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Fue ahí donde los detalles del suceso se convierten borrosos…

Estaba yo ahí en la esquina de mi cuarto en modalidad feto cuando el hombre polilla apunto sus brillantes y rojos ojos hacia mi. Y se abalanzó. Por suerte a lado mío estaba el calentador eléctrico de mi tia, así que lo agarré y con la fuerza de mil espartanos la golpeé en una antena. Las antenas de l@s hombres polilla son muy sensibles a los calentadores eléctricos. Esto me dio unos segundos para salir de mi habitación, no sin antes agarrar mi crema de manos. Uno nunca sabe a quién le dará la mano. Corrí hasta llegar al portón de entrada y cuando intenté abrirlo una mano lo detuvo sobre mi cabeza. Era una mano del hombre polilla. L@s hombres polilla son muy fuertes de sus brazos, tienen brazos de tamarindo. En ese momento di todo por perdido y mi toda vida pasó por mis ojos. Aunque ahora que recuerdo era más bien la vida de Rigoberta Manchú, porque esa tarde había leído su biografía. Justo cuando las fauces del hombre polilla estaban a una pulgada de mi cabeza (los hombres polilla tienen fauces de hipogrífos) cerré los ojos y morí.

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¡PERO VIVÍ PARA CONTAR LA HISTORIA!

…. Ahora que ya pasó un rato y los detalles dejaron de ser borrosos el desenlace de la historia no es ni cercano a épico.

Después de rebolotear mis manos como maricona durante 3 minutos mientras la palomilla reposaba sobre mi cama decidí atacar. Con unos calzones. Se los tiré encima y obviamente fallé porque mis sentidos no estaban a full. Así que intenté una segunda vez pero ahora con mis cobijas. Lo logré.

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Como transportando plutonio radioactivo llevé la bola de cobijas con premio volador al pasillo del segundo piso de mi casa y ahí lo dejé. Ahora escribo esta historia a punto de morir de hipotermia junto a Jack Dawson en mi descobijada cama.

Moraleja: Los maricones duermen con frío.

FIN