Mi Host-Parent, El Narcotraficante Australiano

En varias ocasiones, y a gente muy selecta, les he contado esta historia llena de drama, acción e intriga política y policial. Y ahora, por primera vez, revelo todos los detalles y los secretos de esta ÉPICA aventura. ¿Ya tienen sus palomitas? ¿Sus kleenex (pañuelos desechables, para mis compatriotas Peruanos)? Bueno pues, ahí les va…

MI HOST-PARENT, EL NARCOTRAFICANTE AUSTRALIANO

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Mi última foto antes de partir a Australia. Ahh, la felicidad.

En el segundo semestre del 2009 y buena parte del 2010 viví en Australia, más específicamente en Sydney; y mucho más específicamente en Campsie, ¡la capital Coreana en Australia!

A manera de breve contexto, salí de la preparatoria y decidí tomarme un año sabático para “encontrarme a mí mismo”. ¿Qué fue lo que encontré? Esa será otra historia. El caso es que con la bendición de mi madre y mis papelitos de E.F. (Education First) me encaminé a la gran capital económica de Australia. Con el fin de conocer el GRAN lugar con el que siempre soñé y regresar a México sólo por mis maletas porque (en mi cabeza) iba a regresar en modalidad Rusell Crowe versión mexicana y me iba derechito a L.A.

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La clásica foto del turista en Sydney.

La dura realidad fue un poco distinta…

Llegué una tarde soleada al aeropuerto de Sydney y pasó a recogerme una señora que me llevó a la casa donde viviría feliz durante mi estadía. Ah, que ingenuos fuimos los dos. Mi primera sorpresa fue que el volante estaba del otro lado del carro. ¡EMOCIÓN MÁXIMA!

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En mi cabeza (y en las calles australianas) todos ya me estaban esperando.

El caso es que llegué a mi casa y conocí al que sería mi malvado rival por los siguientes meses: Noel, mi host-parent.

Este señor “Noel” (Agrego comillas porque ya no estoy seguro de que ese sea su verdadero nombre) era un australiano promedio, blanco como la leche, de unos 60 años, FEO, güero y de semblante serio. Mi chofera me presentó con él y NUNCA LA VOLVÍ A VER. Seguro Noel la asesinó. Bueno me enseñó mi habitación de la que, en beneficio de brevedad, no entraré en detalle en esta ocasión y me presentó mi llave de la casa. Me entregó la llave y dijo “Bueno, esta es tu llave y necesito $100 AUDLL de garantía.”. Yo solté una contenida risa, pensando que era broma. Él fijó seriamente su mirada en la mía y no dijo nada. Pinche ruco, todavía ni desempacaba y me andaba dando el sablazo. “Ah, ok. Ahorita se lo doy.” dije y su cara cambió, me terminó de dar la bienvenida y se fue. Y yo me quedé ahí. Solo, en un país en el que no conocía a nadie ¡y pinches 100 dólares más pobre!

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Mi cuarto.

En mi casa vivíamos un venezolano, un colombiano, un francés (pero que era chino), un chino, un vietnamita, un ¿laosmita?… un broder de Laos (Cuyo país tuve que googlear cuando me dijo de donde era) y un mexicano súper sabróles… ósea yo. ¡Era un international sausage fest!

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De izq a der: Yo, el francés (que era chino), un amigo marihuano de Noel, el vietnamita, el hijo adoptado de Noel, quien sabe, quien sabe, NOEL, el chino (arriba), el de Laos (de azul).

Al paso de los meses el señor Noel mostraba más y más su verdadero ser. Era una persona sumamente tacaña, creo que es la persona más tacaña que he conocido en mi vida. Y no era precisamente pobre. Sólo de la renta a los alumnos estaba ganando aproximadamente $840dll A LA SEMANA. Más lo que ganara de sus actividades ilícitas, el maldito. Aparte nos cobraba ¡$20dll! a la semana por el internet, como si viviéramos en India. Y lo peor es que los pinches chinos con los que vivía se acababan el internet (El internet se acaba en los países de primer mundo, aparentemente) porque les encantaba bajar películas y pornografía… Bueno, who could blame them? También, si no llegabas a las 7pm ¡NO CENABAS! porque supongo que Tupperware aún no llegaba a Australia. Encima de eso, te ponía una regañiza como si le hubieras escupido al Primer Ministro. Y, en general, siempre estaba de mal humor y regañando a la gente.

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Vivendo en Campsie, aprendí a comer la comida de los Coreanos. Me iniciaron y me aceptaron en su grupo. Como en ‘Avatar’ o ‘Gorilas en la Niebla’.

Pero había una cosa que hacía feliz al señor Noel, lo hacía MUY feliz. Y eso era el HUERTO DE MARIHUANA que tenía en el patio trasero de la casa.

Obvio nadie la hacía de pedo porque somos super open-minded people. Y porque al lado de la marihuana cultivaba unos tomates que estaban re’ buenos. Seguro también tenían marihuana… somehow. A su favor, nunca vi a Noel fumando per se. Los que sí le entraban duro eran el hijo adoptivo Bangladeshi de Noel (No pregunten, yo nunca entendí) que se la pasaba en la casa y el francés (que era chino).

Como les decía, yo no tenía problema alguno con que viviera en casa de Willie Nelson. En menos de un mes de haber vivido en Sydney ya había descubierto que vivía en un narco-invernadero ilegal y ya casi me abordaba un wey en un bar (Próximamente). “Wow, ¡qué aventura!” me decía a mí mismo. Cosas que en mi sumamente-exigente crianza cristiana nunca había visto. Era más de lo que E.F. me había vendido que sería mi año en el extranjero.

Pero las amenas sorpresas acabaron muy pronto…

Yo seguía teniendo problemas con el señor Noel. Y cuando digo “teniendo problemas con el señor Noel” me refiero a que me quedaba callado y luego iba a gritarle a mi almohada y a mentar madres mentalmente. Aún no descubría Twitter. Las personas que me conocen les podrán decir que mi carácter es un tanto volátil. Y, como dice la canción de Lynda, puedo ser muy tierna o puedo ser muy perra. Bueno… ósea, en masculino… básicamente. Y una fría mañana de Noviembre mi paciencia llegó a su fin.

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Esta es mi casa en Campsie en una fría mañana de Noviembre.

Me levanté a las 8 para irme a la escuela y como todas las mañanas me preparé mi desayuno. Dicho desayuno consistía UNICAMENTE en dos rebanadas de pan tostado, nada más, sólo eso. Las metí al tostador y cuando salieron las puse brevemente en la barra de la cocina en lo que sacaba jugo del refrigerador. En eso llego el pendejo de Noel. No voy a entrar a detalle en todas las estupideces que me gritó por poner las dos rebanadas de pan ahí, porque uso una Macbook Air y tengo miedo de que mis furiosos dedos penetren (!!) el disco duro. Lo que sí les voy a decir es que me dio un regaño, argumentando que dejaba migajas y que por eso se llenaba la cocina de hormigas. Cosa que en mi tiempo de vivir en la narco-vivenda nunca presencié.

Esa fue la gota que derramó el vaso de Polly Pocket que es mi paciencia.

Respiré un huracán y asentí a toda la letanía que me decía el hombre. Asentí en silencio. Y asentí sin decir nada. Porque en mi cabeza sólo computaban posibilidades de cómo le podría poner un alto a este desagradable hombrecillo. Todo en modalidad Kill Bill. Cuando acabó de gritar, limpié las TRES migajas que habían caído de mi pan, le pedí una EXTREMADAMENTE HIPÓCRITA disculpa por el descuido y por haber nacido TAN PENDEJO cómo para no saber que esas TRES migajas iban a causar el fracaso de la sociedad australiana. Luego agarré las dos rebanadas de pan tostado que habían causado la ruptura familiar, mi mochila y salí de la casa.

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Así mis ojos en modalidad Kill Bill. (8)Turirí-tirurú(8)

Salí de la casa muy enojado, en energúmeno. Estaba enojado con Noel, con el puto pan tostado y con mis papás que accedieron conceder el sueño ESTÚPIDO de un adolescente de 18 años. Pero no, estaba equivocado. “¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJA!!!!” Reí histéricamente a mitad de la calle. Si era un estúpido, era por enojarme con el pan tostado. “No… Gracias… ¡GRACIAS, PAN TOSTADO! Eres un genio. ¡TE AMO, PAN TOSTADO!”. Cashi shin querer, el pan tostado me había dado una patada en la cabeza. Y todas las piezas del rompecabezas cayeron en su lugar. El pan tostado era el Sombrero Seleccionador, yo era Neville Longbottom y la espada de Griffindor…. la espada de Griffindor era una planta de marihuana.

Una sonrisa macabra se formó en mi rostro y aceleré el paso. Estaba caminando a zancadas tan grandes y tan rápido que me empezaron a doler mis pantorrillas. El pan tostado se había roto en mis puños. Podía sentir la adrenalina de la punta de mis pies a mi cabello. Di la vuelta en una calle y lo vi.

La calle principal del suburbio de Campsie era una de cerca de 4 cuadras, y en medio de todas los locales de comida, ropa y medicinas Coreanas estaba la estación del tren. Y justo a un costado de la estación se encontraba mi destino: Un teléfono público.

Aquí la estación de tren de Campsie

Aquí la estación de tren de Campsie

Al ver el telefono corrí. No quería que se me pasara el adrenaline rush que corría por mis venas. Llegué al teléfono. Era azul. Metí desesperadamente mi mano derecha a la bolsa de mi pantalón. Estaba temblando. Y de mi bolsa saqué una pequeña moneda dorada de 2 dólares australianos. Rápidamente la intenté meter en la ranura del teléfono -¡SE ME CAYÓ AL SUELO- ¿Una señal divina? ¡No importaba! Lo único que importaba en este momento era meter esa moneda al teléfono. Me agaché por la moneda y cuando me levante lo hice tan rápido que me mareé. Se me nubló la vista. Pero afortunadamente había caminado lo equivalente a 2 maratones en esos meses de vivir en Sydney, y mis fuertes piernas me sostuvieron. Metí por fin la moneda al teléfono y de repente todo se calmó, sólo escuchaba el tono de línea, mis ojos no enfocaban a nada más que a las teclas numéricas de la máquina. Fue como si ese segundo hubiera durado quince. Acerque mi mano a las teclas y con mi dedo índice presioné tres números…

…”¿Policía? Si. Quiero reportar un huerto de marihuana.”

Continuará…

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¡Uuuuu! ¡Que emocionante! ¿No creen? ¿En qué acabará? Nadie lo sabe.

… Bueno si. Obvio yo. ¡Y EL TACAÑO DE NOEL!  ¡JAJAJAJA!

Fun Fact: En Sydney el número de emergencia es 000.
Fun Fact 2: En Sydney, los huertos de marihuana son ilegales. ¡Jijiji!

No se pierdan el final de esta épica historia mañana… tal vez. Jaja. Si quieren que expanda en algún tema que leyeron en la historia, acerca de mis experiencias en Australia o en mi psique, comenten abajo. También si no comprendieron alguna referencia. Amo las referencias fílmicas… nos vamos a casar.